DE LA VICTORIA A LA GLORIA
Un hecho que marcó la historia de un pueblo blanquiazul

JOSE CARLOS PUENTE ARNAO NEYRA
Usurpación en la explanada del estadio Alejandro Villanueva. Mientras muchas personas estaban en medianoche esperando a que el sol se asome para despojarse de sus sábanas y comenzar un nuevo día, numerosas personas provistas de cascos amarillos y polos blancos aprovecharon la madrugada para reunirse y tomar rumbo al distrito de La Victoria, al barrio vecinal de Matute o para ser más específicos al estadio del ‘Equipo del pueblo’: Alianza Lima.
Llamó la atención que en sus polos destacaba un texto: “Jehová es Dios”. Así vestía este grupo de evangélicos que se encontraba alrededor de la explanada del estadio, planificando lo que sería la invasión al lugar de los hechos. Minutos después, aun cuando la oscuridad permanecía en las calles aisladas del distrito victoriano, los miembros de la congregación comenzaban a ´adueñarse´ del territorio ajeno. Paneles con imágenes religiosas, otras con el nombre de ´El Aposento Alto´ y demás cosas, eran colocadas al interior y en el exterior del recinto, además de la pared pintada de blanco en la fachada del estadio como ´símbolo de paz´. En las puertas de entrada ponían tablas metálicas, sobrepuestas y soldadas para impedir el paso.
Pasaron más de 6 horas para que la respuesta más obvia llegara. Barristas del club Alianza Lima hicieron su ingreso por la tribuna occidente dispuestos a echar a quienes querían meterse con la casa del equipo al cual tanto aman; lógico, nadie en el mundo se quedaría de brazos cruzados esperando como su casa es invadida y maltratada por gente a la que no le corresponde ingresar. La violencia y las agresiones no son las mejores opciones para resolver las cosas, pero en algunos casos, lamentablemente, es la única vía, no para mejorar la situación, sino para no empeorarla.
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Lo más similar a una batalla campal se vivió aquel lunes 10 de setiembre durante 20 minutos. Palos y piedras fueron los elementos de defensa de los barristas, uno que otro casco fueron arrojados por los ´fieles y seguidores´ de Dios. ¿Fieles en verdad? Ningún herido dejó este penoso hecho, pero sí marcó un día muy especial para todos los hinchas y aficionados del club ´íntimo´, fecha que estará impregnada en ellos, por los siglos de los siglos, amén.
Dicen que las cosas pasan por algo, en esta oportunidad no se hizo caso omiso. Vecinos e incluso residentes de diversas partes de Lima se dirigieron a las afueras del estadio Alejandro Villanueva, no para alentar al equipo de sus amores, no para hacer cánticos, no para entrar a las tribunas y gritarle a los jugadores y al técnico lo primero que se les venga en mente; fueron para unirse y colaborar limpiando los desastres que dejó la terrorífica batalla.
Posteriormente, representantes de ambas partes enfrentadas, tanto del equipo como de la congregación, salieron ante los medios a dar sus descargos por lo sucedido. El administrador Renzo Ratto lo hizo por parte del club blanquiazul, y Alberto Santana por El Aposento Alto. De alguna u otra forma trataron de demostrar, cada quien por su lado, que es dueño de la propiedad por la cual tanto se lucha y está en litigio.
Algunos se preguntarán ¿Ahora qué pasará? Bueno, solo esperar la respuesta del Poder Judicial, institución que por cierto está enredada en su propio laberinto de denuncias de corrupción. Una última cosa, a los que les corresponde, salgan a alentar a su equipo desde las tribunas, y los otros alienten a su Dios desde las bancas de una Iglesia.